Las gacelas que trepan a las terrazas, suelen producir ganas de bailar. Sobre su pelo, sobres su cuerpo, sobre sus antebrazos brillantes. Era una danza silvestre, algo muy similar a las arenas movedizas. Sobre todo fugaz y rápidamente el grillo mudó su piel, dejando sus sangres, desapareciendo, todos los días, todos los putos días de mi vida, ¡QUIERO COMER HONGOS YA!, ¡sí!, no importa de qué tipo, solo quiero comer hongos. Aquellos que estén podridos, por favor abstenerse del diabólico juego de engullirnos hasta dejarnos completamente expuestos a las temperaturas extremas y a las enfermedades contagiosas. Ay pero QUE asco, claramente esas ratas se contagian, sí, seguro, siempre lo decís, pero no te creo, quiero que l as cometas vuelvan a volar, para que todos los ponys lo recuerden como el día en el que lo más importante ocurrió. Y sí que nos llevamos una gran sorpresa, al ver con qué furia caían pequeños milagritos desde el cielo. ¿Les dijeron que el cielo es, no sé, paradisíaco, celestial (valga la redundancia), la antítesis del infierno? No, boluditos, están muy equivocados; ¿les gustaría saber lo que es en realidad? Es una bolsa que contiene los siguientes elementos (fundamentales a la hora de ir a acampar): 2 tapitas de gaseosa (una común y una Light, mucho cuidado con esas distinciones), $1,25 en monedas, un pollo de goma y un pequeño pedazo de algodón (o en su defecto, de nube). ¡Ay! Ardo en deseos de volar en una nube, que maravilloso sería poder tocar las estrellas y volver a la tierra con un leve soplo de viento. Los narcotraficantes de lenguas corrieron escondiéndose como ratas, por las tuberías, los pozos de la ciudad, ladrones inmundos ¡DEVUÉLVANME MI LENGUA! La necesito, deseo sentir los sabores de la vida, ácidos, dulces, amargos y agrios, entre otros, los que por supuesto dejan amarga y agria mi alma, oscuro y negro mi corazón, así está, podrida por dentro. Y es sabido, gracias a nuestros hermanos los primates milenarios, que el adentro es el afuera y viceversa.